Cómo hemos disfrutado la victoria de Jon Rahm en el Master de Augusta. Es el cuarto español (Seve Ballesteros 2 veces, José María Olazábal 2 veces, Sergio García y Jon Rahm) que se enfunda la chaqueta verde, por cierto de talla XXXL, y lo hace sin haber cumplido los 30 años.
Decía hace unos años, antes de hacerse profesional, que su objetivo era ganar 20 majors, me pareció una fanfarronada vasca pero visto lo visto quizás no lo sea tanto. Lleva 2 pero este año no para de ganar y su juego puede reportarle muchas más victorias.
Todo en él es positivo, sobre todo su actitud, concentrado, sereno pero si algo se le puede reprochar, y no tanto a él sino a su marca, es el polo descolorido que usa en el 4º día de juego, por favor si parece que lleva 50 lavados y que lo han secado al Sol de Texas, además le queda mucho mejor la ropa oscura. Esto lo sabemos muy bien los que tenemos sobre peso.
Los que mejor visten en Augusta son los caddies. Su mono blanco contrasta con el vistoso verde del campo y los hace muy elegantes. Todo lo contrario que Justin Rose que es de los que se ponen el polo por encima de una camiseta larga de otro color distinto al del polo. ¿Pero nadie les dice que eso es horrible? Hace unos años los futbolistas ponían el pantalón corto por encima del pantalón de chándal. ¿Fue tendencia? Si la camiseta tiene el mismo color que el polo, pasa; pero si es de otro color NO, por favor.
También recomendaría a Rahm que no meta el guante en los bolsillos de atrás. Aparte de parecer que lleva a un jugador deshinchado, te fija la mirada en sus posaderas y no es, precisamente, lo más interesante de su imagen.
En el golf profesional se juegan mucho dinero. Observareis que tras cada hoyos apuntan en un libro gordo. Pensamos que anotan el resultado pero no es cierto, es un libro de caja, en el van anotando cuantos dólares acumulan cada vez que terminan un hoyo y sino ¿Por qué sacan el puño cada vez que hacen un birdie? Porque son 100.000 $ más al bote. Yo haría el pino puente.
Y siguiendo con cosas curiosas de los profesionales a que viene esa manía de golpear al lado del hoyo cuando terminan de jugarlo. ¿Hay bichos o gusanos?
Y el mirar al público cuando fallan un putt corto, ¿les piden explicaciones al respetable? Os imagináis a Djukic mirando al público preguntando ¿Qué pasó?
En fin ya no me ocurre ninguna chorrada más. Ver jugar a profesionales es muy bonito pero a los “humanos” no nos sirve de nada, los campos para ellos son pequeños para nosotros son enormes.
Y por último la frase lapidaria. Mi peor día en un campo de golf supera al mejor en la oficina.