El domingo subí a mi campo a jugar al golf. No tendría nada de especial sino fuera porque ese día era el primer día de caza. Mi campo, Hércules Club de Golf en la Parroquia de Larín en Arteixo (La Coruña), está rodeado de bosques llenos de conejos. En temporada de caza acuden los cazadores a dar buena cuenta de las especies que se pueden encontrar en esta zona a las que ya conocen muy bien ya que fueron ellos mismos quienes las repoblaron al finalizar la temporada del pasado año. Así es que cazar un conejo el primer día es más fácil que meter un penalty sin portero, ¡Pero si los conejos salen a saludar a los que pensaban que eran sus amigos¡
El tema es que la convivencia entre golfistas y cazadores es mala, como debe serlo entre lugareños y cazadores aunque algunos de estos también son aquellos. Estar preparado para dar un golpe y escuchar las detonaciones de escopetas de los cazadores no es nada agradable, siempre te parece que alguno de esos proyectiles puede venir en tu dirección y, además, nadie ha cantado “bola”, aunque tampoco hace mucha falta porque la bala de un rifle viaja a unos 900 metros por segundo, obviamente los perdigones de un cartucho lo hacen a menos velocidad pero la posibilidad de agacharte o protegerte detrás de la bolsa no existe, esto si que es salir al tiro.
Cada año mueren en España, de media, unas 10 personas en accidentes de caza y, curiosamente, la mayoría por mala suerte, lo mismo que ocurre en los encierros de toros, donde este año han muerto 12 personas o en el accidente de Carral en donde los fallecidos fueron 7. ¿Y la causa? Mala suerte. No opinan lo mismo los inspectores de trabajo ni los jueces cuando de trata de determinar la responsabilidad de las empresas en los accidentes de trabajo, siempre existe una causa que se pudo haber evitado, pero por lo visto en la caza y en otras actividades no, todo es mala suerte. Hasta el rey tuvo mala suerte en su accidente de Botsuana.
Y lo que sería mala suerte es que un jugador de golf muriera o resultara herido por la mala suerte del cazador, (realmente la mala suerte sería la suya, no la del cazador).
Según estadísticas que maneja la industria, para que un muerto se produzca por un accidente de trabajo tienen que haberse producido antes unos 10.000 incidentes. De esos 10.000 incidentes, 100 dan origen a accidentes leves, 10 a accidentes graves y 1 tiene como resultado la muerte. ¿Cuántos accidentes provocan los cazadores que no tienen resultado de muerte? Tengo el dato unos 1.000, ósea que las posibilidades de morirnos son pocas pero de llevar una perdigonada en culo son muchas.
Los cazadores tienen múltiples razones para dar sentido a su actividad, no voy a entrar en esa discusión pero ¿como se permite que estén en nuestros límites del campo pegando tiros a diestro y siniestro? Y hablo del campo porque que es lo que conozco pero también los veo entre las casas cercanas. En esos días, domingos y jueves, ni se te ocurra el ir a buscar una bola que mandaste al bosque y más si por tu pinta te pueden confundir con un jabalí. Tienes muchísimas posibilidades de engrosar la lista de la mala suerte.
Me niego a morir de un balazo por jugar al golf, además los de Reale no cubren las heridas de armas de fuego y encontrar al propietario del arma que hizo el disparo no será fácil ni para Olmos. Los perdigones de un cartucho no creo que dejen huella para saber con que arma se dispararon, o sea que, por muchas razones el jueves y los domingos paso de golf, así no tento a la suerte.