La mayoría de las bolas nacen en un parto múltiple. Generalmente son trillizas e idénticas, sólo las diferencia el número que traen debajo de su nombre que, curiosamente es el mismo. ¿Qué pensaríais si una familia pusiera de nombre a sus hijas trillizas, María 1, María 2, María 3.
A veces la misma caja contiene 3 bolas exactamente iguales. Mira que sería fácil que fueran de distinto color (verde no) o ponerles un número combinado con letras, como las matrículas de los coches, 9978NHG, así no habría repetición y no tendríamos que personalizarlas. Nadie pinta sus iniciales en el capó del coche. De aquí viene la obsesión de personalizar las bolas para que no se confundan en el campo María 1 con otra María 1. Los meteorólogos les ponen los nombres a los huracanes y no se confunden ¿Por qué? Porque son completamente distintos, ¿Quién no se acuerda de Georges, Hortensia, Sandy, Andrew, Katrina? Si las bolas trajeran un nombre así no las confundiríamos, pero el santuario de las bolas es apenas de 10 nombres. Titleist, Callaway, Wilson Staff, Bridgestone, Taylor Made, Maxfly, Top Flite, Ultra e Inesis (A esta última le pusieron nombre de niña pero en plural) y por ello no nos queda más remedio que tatuarlas de alguna forma para no confundirlas.
Cuando estás en el tee del 1, presentamos nuestra bola a los demás. Es muy común que dos o más jugadores lleven la misma bola por lo que hay que personalizarlas. Los discretos lo hacen con 2 ó 3 puntos de igual o distinto color, otros con alguna letra de sus iniciales por si otro jugador la encuentra perdida se la devuelva y nunca más lejos de la realidad ya que la bola encontrada en el campo no tiene propietario. Hay iniciales de algunos jugadores que conocemos todos gracias a sus bolas, y por último los artistas que le hacen a la bola un Picasso. Estos últimos necesitan una mañana para marcar una caja de 3 bolas.
El otro día jugué con una señora que llevaba en su bola pintado un paraguas. En el primer golpe ya tenía la bola en el agua. Si la llamas…
Pero las bolas no son como los animales que a los pocos minutos de nacer ya están correteando por el campo. Las bolas antes de ser jugadas suelen pasar grandes temporadas en los armarios compartiendo habitáculo con otras. Siempre están esperando para una buena ocasión del mismo modo que las galletas Danesas que esperan a esa gran visita, que nunca se produce, y cuando vas a abrirlas ya están caducadas.
El día de su alternativa es un día grande para ti. Has marcado a las 3 con un rotulador permanente y, en cierto modo, les has dado un apellido, ahora se llama Callaway 3 con 2 puntos rojos.
Una vez que les damos el primer golpe ya son del mundo. Es difícil que terminemos un recorrido con la misma bola. Es como si las pusiéramos en una cesta enorme y cada uno fuera cogiendo una cada vez que la necesita. Hay quién aporta bolas nuevas pero hay otras que tienen más golpes que Poli Díaz y es que hay muchos jugadores que tratan muy mal a sus bolas. Les dan capones, picotazos, las tiran contra los árboles así que no es de extrañar que cuando tienen ocasión de desaparecer, las bolas se echan al agua para estar tranquilas una temporada.
Las bolas viejas nadie las quiere y suelen permanecer en el fondo de la bolsa, meses, años. Su único cometido es estar preparadas para ser lanzadas al agua cuando su dueño se encuentra en ese tee desde el cual su golpe tiene más de un 70% de posibilidades de visitar un obstáculo de agua. El propietario tiene ese golpe muy ensayado, generalmente con bolas de prácticas, pero hoy tiene que sacar una reglamentaria(¿), está en una competición y hoy le toca saltar a la cancha a esa Molitor de color tierra que lleva años en la bolsa y tiene varias jorobas y el golpe no falla, la bola al agua.
La vida de una bola suele terminarse cuando en invierno se empotra en el recorrido. Desaparece en una sima del campo y queda allí como un fósil haciendo compañía a los topos. La otra forma de terminar su vida es siendo estampada contra una piedra o seccionada por una máquina del campo. Triste final para quién ha dado tanta felicidad y sólo ha recibido golpes.