Esta semana estuve jugando al golf en Guitiriz. Cuando hago una visita a este campo me vienen a la memoria las múltiples vivencias que tuve en esa localidad hasta cumplir los 15 años.
Yo solía ir en el mes de Junio, una vez terminado el curso escolar. Iba con mis padres en tren, el Shangai, o en autocar, el Ribadeo. Cuando llegábamos al pueblo la gente nos saludaba con un “Ahí veñen os festeiros” ya que el 24 de junio eran las tradicionales fiestas del San Juan y nosotros íbamos a pasar allí todo el mes de junio, fiestas incluidas.
Así es que todos los años, en junio, dejaba el asfalto de Coruña para incorporarme al campo y que bien me lo pasaba. Me bañaba en el río, en casa poco ya que no había agua corriente ni otras cosas. Iba, con otros chavales, a cuidar las vacas a un campo de aviación abandonado. Recuerdo a La Cachorra, a La Marela o a Linda que eran algunos nombres del escaso santuario que tenían y tienen las vacas.
Si en aquellos años algo me gustaba, era ir en el carro de las vacas pero sobre todo cuando iba cargado. Me sentaban encima de lo que llevara y a unos 3 metros de altura dominaba el mundo. Desde allí canté la primera canción que recuerdo “El cordón de mi corpiño” y todo esto amenizado por el sonido del carro, el runxe. Este sonido lo emitía el eje del carro. Rosalía de Castro lo definió como “el familiar chirrido del carro perezoso”. Me sentía como Joselito.
Jugábamos al fútbol en el atrio de la iglesia de San Juan de Lagostelle. Cuando la pelota nos iba al cementerio cercano nadie quería ir sólo… pero alcanzados los 12 años si nos gustaba ir en soledad ya que desde allí se dominaba la finca de un vecino en donde una “veraneante” tomaba el Sol en bañador (Año 1963 aún no existía el bikini en España). Nunca el cementerio fue tan visitado ni los difuntos estuvieron tan entretenidos.
Un entretenimiento que nos arreglaba el día, era cuando moría una persona. Como éramos amigos del hijo del sacristán nos pasábamos todo el día tocando a muerto. Dos campanadas cada minuto. Colgarnos de aquella cuerda y que la campana tocara nos resultaba muy ameno. Seguro que no opinaba lo mismo la familia del difunto y él ni os lo cuento, eso que para él la cosa había mejorado al menos en el mes de junio.
En aquella época (años 60) el Balneario estaba en cierto declive. Era como la imagen del Titanic hundido. Recuerdo la fuente cubierta con un templete y con un olor nauseabundo pero así huelen todas las aguas medicinales sulfuradas. De las de Guitiriz se dice que huelen a huevos podridos pero que sus propiedades medicinales están contrastadas aunque de los que tomaban agua en aquellos años deben de quedar pocos.
Había un minigolf con figuras de piedra en el que nunca vi jugar a nadie. El bosque era majestuoso, seguro que muchos de aquellos árboles me han reconocido lo mismo que yo a ellos.
Este día, cuando estaba jugando, me pareció reconocer alguna rana de las que ya estaba cuando yo cuidaba las vacas. Quise acercarme a una de ellas para darle un beso pero se mostró muy tímida y se tiró al agua. Seguramente estaba esperando a un príncipe joven y yo no ni una cosa ni la otra, así que no es de extrañar que la rana optara por tirarse al agua. A mí, como a Carlos de Inglaterra, ya se nos pasó el arroz.
Un personaje que vi ahora y que no estaba en mi infancia es el cangrejo de río americano. No se me ocurre como pudo llegar allí esta especie. Mister Marshall, que yo sepa, no visitó estas tierras. Las que están preocupadas son las aves depredadoras que no saben muy bien porque les ha subido el ácido úrico.
Me comentaron los compañeros de partida de un proyecto para ampliar el campo a 18 hoyos. Desconozco por donde sería la ampliación pero en caso de hacerlo por el Oeste estarían ocupando lo que fue un aeródromo militar durante la Guerra Civil Española y la 2ª Guerra Mundial. Este campo de aviación fue utilizado por la Luftwaffe para que sus aviones dieran cobertura a los submarinos de la Kriegsmarine y para hacer incursiones contra algunos barcos de la Royal Navy que navegaban por nuestras costas.
Si esta ampliación se confirmara tendríamos algún par 5 en el mismo lugar que estaba la pista del aeródromo, sustituiríamos la tierra por hierba y nuestras bolas despegarían más rápido que lo hacían aquellos cazas Bf 109, pero sobre todo, la munición sería más pacifica.