Hará unos cuatro años que conocí a Sofía Pastor y a su marido Joaquín Cárceles. Una pareja que se estaba iniciando en el golf pero que ya les había entrado en vena. Sofía era la más inquieta y trataba de asimilar todo lo que estuviera relacionado con nuestro deporte, de ahí la progresión que estaba teniendo en el mismo. Verla por el campo era un claro mensaje de que disfrutaba enormemente.
Cuando se constituyó el equipo de La Torre había que elegir un capitán y tras ciertos titubeos se decidió que fuera Sofía y en esta misión demostró, en toda su intensidad, la persona que era. Implicada, positiva, entusiasta, con iniciativa, controladora, justa, y sobre todo amable y con una permanente sonrisa, un cielo, a ese mismo que según nuestras creencias vamos cuando dejamos nuestro mundo.
Los que pertenecemos a la Asociación Ruta de Viño hemos perdido a una amiga pero ella se merece que no la olvidemos y no lo haremos, en próximas fechas organizaremos un homenaje a doble vuelta, en el campo de La Torre y en el del Hércules, en los dos campos que ella pisó con su andar de cervatilla.
Has dejado huella, Sofía, te queremos