Del 6 al 11 de Septiembre nos hemos ido al País Vasco, haciendo otra Ruta, para tener el tradicional encuentro con la Ruta do Viño de aquella Comunidad. Han sido 6 días muy intensos de constantes madrugones pero que han merecido la pena por toda la actividad desarrollada.
El Viernes 6 arrancamos de La Coruña hacia Santiago y en estos dos puntos se recogió a toda la expedición. El objetivo del día era acercarnos lo más posible al lugar de destino (Vitoria) y a las 18 horas estábamos en Burgos después de haber parado en Carrión de los Condes y haber comido en el Hotel Real Monasterio de Zoilo, una maravilla el comedor y sobre todo de Monasterio.
Por la noche recorrimos las animadas calles burgalesas y disfrutamos de su gastronomía en los aledaños de la catedral que, por cierto, está preciosa. Construida en el siglo XIII ha llegado a nuestros días en un estado de conservación espectacular. Impresiona lo que construyeron nuestros antepasados con sus reducidos medios. Una maravilla.
El sábado 7 tuvimos un entrenamiento en el campo de Larrabea mientras que nuestras acompañantes se fueron a Logroño. En el campo nos esperaban Felipe Alonso, presidente de la Ruta Vasca y Javier Subijana miembro de la junta directiva. Pudimos disfrutar de una mañana preciosa de golf y de un campo espectacular. Sin duda, de los mejores campos en los que he jugado. Sus calles son enormes por largas y por anchas. Los pegadores tienen el marco ideal, no haces out aunque quieras. En este campo se forjó Jon Rham, no me extraña que haya adquirido ese nivel de juego. Llegar en regulación a sus enormes greenes, para jugadores “normales”, es una verdadera odisea. Pero el campo no es sólo largo, es serpenteado, hoyos ciegos, varios dogless, en fin una serie de dificultades que cuando terminas, tienes la sensación de que si lo volvieras a jugar rebajarías mucho la tarjeta. Otra vez será, queda pedido.
Por la noche descubrimos Vitoria, una ciudad que a la mayoría de los mortales nos resulta desconocida pero que sorprende por su amplitud, por sus edificios y por sus dos catedrales. Tiene una población de 250.000 habitantes y mucha marcha. Delante del hotel había un parque en donde los sábados y domingos acuden los mayores de la ciudad a bailar y lo hacen de maravilla, es un placer verlos como se mueven al ritmo de un merengue, de un tango o de No rompas más mi pobre corazón…. Quisimos participar pero era para mayores…de los que escucharon a Helena Francis o leyeron a Corfn Tellado. Una iniciativa para copiar en otros lugares de nuestra geografía.
El domingo 8 nos fuimos, como buenos representantes de la Ruta do Viño, a visitar 2 bodegas de la Rioja Alavesa, Vivanco y Eguren Ugarte. Dos bodegas muy distintas, la primera por su modernidad, todo muy cuidado y reluciente, sorprendente por su estado impecable, del vino que degustamos no os cuento nada porque todos lo conocéis. La segunda, es muy distinta, hecha a mano (bueno con alguna máquina también) te acoge con sus innumerables grutas que convierten a toda la bodega en un laberinto enorme. Si te apagan la luz, no sales de la bodega en meses o años si aún encima tienes sed. La comida en su bodega fue exquisita y regado con un vino de su bodega “Ochenta”, espectacular.
Después. por la tarde, nos fuimos a La Guardia, y pudimos disfrutar de este precioso pueblo al pie de la Cordillera Cantábrica que sirve de parapeto de las muchas inclemencias que vienen del Norte. El vino de la Rioja se lo agradece, antes sus viñas, y nosotros también.
El lunes 9, mientras nuestras acompañante visitaban Santo Domingo de la Calzada, nos esperaban en el campo Alta Rioja todos los jugadores vascos que estuvieron en esta cita. Muchos son los que ya han jugado en varias ocasiones estos encuentros por lo que el día resulta muy familiar, como si estuvieras en tu Club. A muchos los conoces por el nombre y a los otros de vista y cada año vamos incrementando el grupo de los primeros. Estar tan arropado te hace sentir que estás entre amigos, que pertenecemos a la misma cuadrilla. como dirían ellos. Realmente estos encuentros hay que vivirlos para percibir el interés que ponen nuestros anfitriones porque todo nos resulte agradable, como así es.
El campo otra maravilla, más sinuoso que Larrabea pero también enorme, para gentes de Bilbao… hay que azotarle muy duro a la bola para hacer un Bogey, y si tu objetivo es el par, entonces ni te cuento. Jugamos en la modalidad copa Canadá en parejas formadas por un/a vasc@ y un/a galleg@, el vasco para darle duro y el gallego para los aproach… Los resultados no los cuento porque, menos mal, que había premio hasta la doceava pareja.
De vuelta en Vitoria, más baile pero menos vino, los días tan movidos empezaron a hacer mella y ya nos empezó a interesar temprano la habitación del hotel.
Al día siguiente jugamos en otro campazo, Izki, por no repetirme diré que muy parecido a los anteriores. El día se presentó lluvioso y frío, habían bajado las temperaturas 8 grados y no teníamos la ropa adecuada, craso error sabiendo que los gallegos viajamos con una nube encima. Esta vez la modalidad fue Fourball. Pasamos un frío horroroso pero demostramos ante nuestros amigos vascos que también somos del Norte.
La entrega de premios fue espectacular, como ya lo habían sido las de las jornadas anteriores. Hubo premio para casi todos y los que no fueron premiados en el sorteo lo fueron por reparto de gorras y bolas que hubo para todos los asistentes. Se cantó el himno de la Ruta y la Rianxeira con letra de Suso Carreira, todas ellas acompañadas por el txistu de Félix Aspirazu, gran anfitrión, y de un acordeonista sensacional. Una verdadera fiesta. Y llegó el momento de las despedidas y se adquirió el compromiso de volvernos a ver el próximo año en Galicia. Ya tenemos que empezar a pensar como podemos superar las atenciones recibidas en el País Vasco, no se trata de otra competición sino de estar a su altura. Desde Galicia les enviamos un fuerte abrazo.
Esa noche dormimos en León y al día siguiente jugamos en su campo, otro campo estupendo y en un día fenomenal. Cocido maragato para comer y más premios para los ganadores de toda la semana. El bus venía a tope de regalos. Llegamos a nuestros hogares sin la menor incidencia y con la satisfacción de haber pasado una semana preciosa en unos lugares magníficos y con unas personas maravillosas.