Cuando uno es joven lo que más valora es el amor, después el dinero y por último la salud, aunque ésta última no te preocupa mucho ya que de ella vas sobrado. Pero cuando uno entra en edad senior, la salud pasa a ser la primera prioridad porque las goteras ya han aparecido y van a más.
Cuando llegas a esta fase, a ésta edad, cambias el saludo con tus amigos, el hola fulano se transforma en un ¿Cómo estás? y eso es un error, le has dado el pie que necesitaba tu interlocutor para contarte todos sus males, así que resígnate y escucha con calma las dolencias y calamidades que padece. Si realmente te deprime el escucharlas ¿Para que le preguntas? Vuelve a saludos anteriores. Hola. Buenos días. Me gusta tu camisa, polo, etc.
Alguien me dijo que un síntoma de que te estás haciendo mayor es cuando notas que el sentarte en una mecedora te genera las mismas sensaciones que cuando te tirabas por una pendiente en un carrito de cojinetes. Vaya similitud y vértigo.
En Galicia hablamos muy alto. Desde cualquier calle, en un campo de golf, escuchas perfectamente la conversación que llevan dos jugadores que se encuentran a 80 metros de distancia de nosotros. Me dicen que esa forma de hablar la hemos heredado de nuestros ancestros que hablaban de finca a finca o que cuando arreaban a las vacas les tenían que “berrar” porque no les hacían caso y eso que antes eras gallegas. Algo parecido a lo que nos sigue ocurriendo en casa… Bueno eso es lo que tenía entendido pero también me he dado cuenta que muchas personas llevan audífono y hay que hablarles alto, muy alto. ¿Será por lo gritos que han recibido o es que lo utilizan como escudo? Cuando le ves el pinganillo a alguien, te da cierto chasquido el cuerpo. ¿Porqué? ¿Que diferencia hay entre llevar gafas o llevar un audífono? Si a uno le falla la vista al otro el oído. Y además en el golf que es mejor ¿Ver u oír bien?
Y hablando de vista no entiendo muy bien lo que hacen muchos jugadores cuando se ponen detrás de la bola en el green manteniendo el putt en lo alto y guiñando un ojo. Si ya es difícil verle la caída al green agachándote detrás de la bola y pensando “si la tiro por ahí, cuando falte un metro para el hoyo empezará a caer hacia la derecha y después volverá a rodar recta. Si le doy la fuerza adecuada hará todo eso, pero si no acierto con la fuerza, me va a rodar hacia el piano y caerá a la otra plataforma”. Xoder.
Pues si ya es difícil hacer ese análisis prácticamente sentado detrás de la bola, hacerlo con el putt colgado de un brazo, un ojo guiñado y con gafas bifocales debe ser… la leche.
Uno de los momentos más desagradables que solemos pasar en el campo es cuando coincidimos con un conocido, muy conocido, y no nos acordamos de su nombre. Le queremos llamar por su nombre pero somos incapaces. Vamos toda la vuelta pensando en lo mismo ¿Cómo se llama? Y como no nos viene a la cabeza nos dirigimos a él con un “muy bien campeón” o un “eres un maestro”. Estamos esperando a que falle un golpe y se insulté así mismo, con un “que burro eres fulano” pero ese día juega bien y no lo hace. Son 4 horas de darle vueltas al disco duro sin éxito y cuando nos despedimos, nuestro amigo/conocido lo hace con un “hasta luego Pedro” mientras que nosotros sólo podemos hacerlo con un lacónico “adiós”. Marchamos derrotados para casa, no nos acordamos mucho de lo que hemos hablado pero seguimos girando el disco duro sin resultado. Cuando llegamos a casa se lo comentamos a nuestra esposa que es nuestro buscador Google para estas cosas. Le damos dos datos y zás nos da la respuesta “ese es Enrique”. Que depresión.
Otro problema que tenemos los mayores es el Sol. Tenemos que ir tapados hasta los dientes, en que los tenga. El Sol a estas edades nos machaca. Manchas en la piel tipo Gorbachov, quemaduras en la cara, cuello y calva. Hace que se nos note, todavía más, las patas de gallo. Como arrugamos los ojos por el Sol, al surco de las arrugas no se pone moreno y cuando llegamos a casa tenemos más rayas que el libro de Alvarez. Lo malo de esto es que si nos echamos crema protectora palidecemos de repente. Cogemos el mismo color que Boris Karloff o Christopher Lee, y si hemos jugado con alguna señora no podemos despedirnos de la forma habitual, con 2 besos, ya que cabe la posibilidad de que nos la tengamos que llevar pegada para casa.
Y si lo de la cara es un problema, el ir a la playa es peor. Cuando nos ponemos en bañador parece que somos un cuerpo al que le han hecho un trasplante de cabeza y de una mano, y encima de una persona de otra raza. Estamos patéticos y si aún encima estuviste jugando en bermuda… un desastre. Así que antes de ir a una playa textil lo mejor es ir al Solarium o darse una vuelta por una nudista pero, eso si, nada de paseos por la orilla que no estamos para presumir.
Otro tema es el de la caída del pelo. Algo debe ocurrir porque la mayoría estamos calvos o camino de ello. Recuerdo que en la mili decían que nos caía el pelo por la gorra ¿No sería también por el Bromuro? Ya serían muchas cosas ¿Ocurrirá lo mismo ahora? Si fuera por la gorra, dejaría de usarla pero no lo tengo claro, aunque si es cierto que el pelo nos cae por la parte alta de la cabeza, no por los laterales. Pues quizás sea cierto o ¿Tendrá que ver algo la edad? Pero no decían que las canas no caían.
Pensando sobre todo esto me vino a la cabeza algo que nunca se me había ocurrido y es que los jugadores bajitos tienen ventaja en el golf. Están más cerca del hoyo y les resulta más fácil embocar la bola. Alguien podrá pensar que es una tontería pero no les resulta más fácil a los jugadores altos encestar una canasta. ¿Entonces?
Me contaron un chiste de 2 amigos golfistas que jugaban todos los días juntos. Uno de ellos fallece y pocos días después se le presenta a su amigo y le dice que tiene que darle dos noticias, una buena y una mala. Empieza por la buena. Pues que me he encontrado con que en el Cielo existe un campo de golf magnífico “El Gran Paraíso” precioso, con lagos, ciervos, lleno de frutales (menos manzanos que no se que movida tuvieron con ellos) y los pares cuatro son de 280 metros. ¿Y la mala? Que el sábado tienes reservada salida a las doce.
Lo que cuesta comprender cuando te inicias en el golf a estas edades, es que tiene dos años para aprender, otros dos para mejorar, otros dos para empeorar y el resto para asimilarlo.