En todos los campos de golf existe un personaje con el que nadie quiere jugar con él. No es que sea el patito feo de la clase, ni que le huelan los pies, es sencillamente odioso y el día que te toca jugar con él/ella resulta un verdadero Vía Crucis.
Yo nunca comprendí el ansia que tiene mucha gente de conocer los componentes de la partida con la que le ha correspondido jugar determinado torneo hasta que tuve conocimiento de estos toca pelotas. Es posible que con un hándicap parecido al mío no exista este tipo de jugador/a en mi Club. Sin embargo si conozco casos en que por tener un hándicap similar a algún personaje de estos, tienen que cargar con esta desagradable compañía torneo tras torneo y eso es más que una cruz.
¿No será para tanto? Serán personas que tienen un comportamiento distinto al tuyo y no encajáis. Alguien podría decir eso y lo tendríamos que asumir porque, efectivamente, no todo el mundo se comporta como uno quiere. Hay muchas formas de pensar y muchas de actuar. Pero el personaje al que me refiero es desagradable y, generalmente, prepotente.
De entrada le cuesta saludar al llegar al tee. En el intercambio de tarjetas, dice lindezas como “no quiero que me marque una mujer”, no contribuyendo a generar un clima agradable desde la salida.
Los/las hay que llevan puestos los cascos, me imagino que oyendo música ya que ahora el Carrusel Deportivo, salvo la última jornada, no tiene emoción, y no se los quitan en toda la partida. Cuando comentas algo te entra la duda si te está oyendo. Pasa de ti y de todos los compañeros de partida, no le interesamos nada.
No ayuda a ver donde cae una bola y menos a buscarla. Todo le molesta. Si te mueves, si no te mueves. Si hablas. Si sacas el guante cuando va a golpear o desenvuelves el bocadillo. Si vistes de rojo. Todo le es molesto y tú siempre eres la causa de que falle sus golpes. Después de tantos años aún no ha asumido que todos en el golf tenemos un porcentaje de fallos, unos más y otros menos.
Cuando fallan un golpe, generalmente muchas veces. Hacen exclamaciones de todo tipo. Insultos desde lo más alto a lo más bajo, en este caso a ellos mismos. Tiran el palo, golpean su bolsa, los tees o los greenes dejándolos marcados, cuando no salen corriendo 30 metros por delante de todos sin hablarle a nadie. Aunque en este caso se agradece.
Aplica las reglas a su forma, como él/ella las aprendió sin abrir un libro o una circular, y es soberbio en su forma de decirlo. “Eso que acabas de hacer no se puede hacer” ¿El qué? Hacer un swing de prácticas en el bunker. (?) Yo creo que sí se puede hacer. Te digo que no porque el otro día en Canal+ …, y te callas porque ves que la discusión no te va a llevar a ningún lado.
El problema está en que muchas personas, cuando les toca jugar con este tipo de jugador/a se dan de baja en el torneo y como esto lo saben los Masters Caddy, para que no ocurra, le suelen endilgar estos especímenes a jugadores que, por su carácter no protestan y así un torneo tras otro. Llega un momento en que estos jugadores empiezan a tener pesadillas, tienen que tomar ansiolíticos para jugar, les tiemblan las piernas y no dan una a derechas por lo que optan por dejar de jugar torneos ¿Es justo? Verdaderamente no, pero los Comités de Competición no quieren mojarse y hacen la política del avestruz. “Si nadie denuncia no nos vamos a meter nosotros”. Pero vamos a ver, ¿No sabéis que nadie quiere jugar con ese jugador/a? ¿Os habéis preguntado porque razón? ¿Si la conocéis porque no lo/a llamáis a capítulo y le decís que tiene que cambiar su forma de actuar? Es que si le decimos algo, quizás solicite la baja en el Club. Pues si ese es el motivo estamos listos, no queda otra medida que repartir la cuota de éste elemento/a entre los damnificados, por lo menos subvencionarles las valerianas.